Para los que no lo sepáis, las células madre, son, como su nombre indica, células que poseen toda la información necesaria para crear tejidos y órganos del cuerpo, teniendo la capacidad de autorrenovarse y dividirse indefinidamente.
La principal característica de estas es la capacidad de reparar tejidos dañados y reemplazar a las células muertas. Las células madre desempeñan un papel fundamental para nuestra salud y bienestar, y pueden ser usadas en transplantes y enfermedades en las que los tejidos han sido peligrosamente dañados.
Podemos obtener células madre de la sangre del cordón umbilical de los bebes, lo que supone que su extracción sería una solución inmediata a problemas de compatibilidad, eliminando así cualquier tipo de problema que pudiese suponer el rechazo. La obtención de las células madre del cordón umbilical únicamente se puede efecturar en el parto, cuando se produce el corte del lazo entre madre e hijo.
Un ejemplo para el que se podrían usar las células madre, es a la hora de regenerar cartílago de las articulaciones.
Estas, son las primeras en resentirse con el paso de los años y el desgaste del tiempo.
La estructura a nanoescala del material es la clave: los experimentos han indicado que las células se desarrollan mejor en una estructura de fibras a nanoescala que en una escala milimétrica hecha del mismo metral.
La estructuras se crean a partir de células madre mesenquimales (células madre adultas derivadas de la médula espinal, tejidos grasos u otras fuentes y que pueden diferenciar entre músculo, hueso, grasa y cartílago). “La ventaja es que no es necesario dañar otro tejido para obtener las células”, señala Tuan.